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Una entrevista con el candidato al Premio Nobel de la Paz David Swanson

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Una entrevista con el candidato al Premio Nobel de la Paz David Swanson

Mark-Alec Mellor: A veces la conscripción se justifica como un deber de reciprocidad: el Estado nos presta servicios, nos confiere derechos cívicos, defiende nuestros derechos naturales y a cambio tenemos la obligación de pelear por nuestro país. ¿Esto constituye un argumento sólido?

 

David Swanson: «Derechos naturales» me suena a la Ilustración, el misticismo. Todos los derechos son inventados por las sociedades humanas y por nadie ni nada más. La guerra y los preparativos bélicos son enormes amenazas a dichos derechos. A menudo nos dicen que las guerras se pelean por la «libertad». Sin embargo, cuando una nación rica entra en guerra con una nación pobre (muchas veces rica en recursos) del otro lado del planeta, la prevención de la conquista de la nación rica por parte de la pobre, con la posible restricción posterior de los derechos y libertades de la gente, no es en realidad una de las metas. Los miedos que se utilizan para crear apoyo para las guerras no involucran ningún escenario así de increíble; más bien se muestra una amenaza a la seguridad, no a la libertad. Lo que sucede, previsible y constantemente, es lo contrario a la protección de las libertades gracias a las guerras. Las libertades se restringen en nombre de la guerra de manera proporcional a los niveles de gasto militar, aun cuando las guerras se llevan a cabo en aras de la libertad. Las poblaciones intentan resistirse a la erosión de las libertades, la militarización de la policía, la vigilancia sin orden judicial, los drones en los cielos, el encarcelamiento ilegal, la tortura, los asesinatos, la denegación a la asistencia jurídica, la denegación del acceso a información sobre el gobierno, etc. Pero estos son síntomas. La enfermedad es la guerra y sus preparativos. Es la idea del enemigo lo que permite el secretismo de gobierno.

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